Cuando el ángel Recolector de Almas los encontró, estaban recostados frente a frente, con las manos tomadas cariñosamente, y sus rostros parecían vivos mirándose con pasión.
Cuentan en el cielo que el Recolector tuvo que despedazar los cuerpos con su espada para liberar las almas, pero no pudo separarlas, estaban tan unidas entre sí que Dios hizo una excepción y les destinó un lugar doble... por la eternidad.