noviembre 17, 2016

Naturaleza

Me restregué los ojos porque no creía lo que veía: el cristal de la botella dibujó su rostro lentamente frente a mis ojos... en un momento era un cristal liso... y segundos más tarde su rostro surgió en relieve frente a mí.
Pensé que esta vez se me había pasado la mano con el suave y aromático mosto... pero me tranquilicé cuando caí en la cuenta que la luz de la luna cayendo sobre su rostro era un pálida calidez que abrigaba mis gélidas manos y derretía un poco la nieve en mis sienes.

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